Nutrición

Obesidad en los niños

El personal de los programas de la primera infancia debe ser consciente de los grandes problemas de salud asociados con el exceso de peso y las formas de evitar que los niños tengan sobrepeso u obesidad. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (en inglés) dicen que más del 20% de los niños menores de 5 años ya tienen sobrepeso u obesidad.

Ciertos grupos de personas tienen tasas más altas de obesidad. Por ejemplo, los niños hispanos y de raza negra no hispanos tienen tasas más altas de sobrepeso y obesidad (en inglés) que sus compañeros. Las diferencias en las tasas de obesidad entre varios grupos pueden ser causadas por la falta de acceso a lugares seguros para jugar o alimentos saludables, o a un nivel socioeconómico más bajo, entre otros factores.

Los niños con obesidad tienen más probabilidades de tener obesidad cuando sean adultos. Esto puede conducir a problemas de salud física y mental de por vida, incluida la diabetes y un mayor riesgo de ciertos tipos de cáncer. Aunque muchos factores influyen en la obesidad infantil, estos tres contribuyen al exceso de peso: demasiado tiempo frente a la pantalla, falta de rutinas a la hora de comer y falta de acceso a alimentos asequibles y más saludables.

Dado que los niños pasan la mayor parte de su tiempo fuera del hogar, los programas para la primera infancia desempeñan un papel fundamental en la salud y el bienestar de los niños a los que brindan servicios. Es importante desarrollar consejos y estrategias para compartir con las familias sobre cómo construir la base correcta para una vida activa y saludable.

La vida activa y saludable comienza con la nutrición, que está fuertemente influenciada por el entorno donde vive y juega un niño. La alimentación saludable es esencial para el bienestar de un niño. Los programas de la primera infancia pueden fomentar hábitos alimenticios saludables al proporcionar recursos de apoyo para que el personal los comparta con las familias.

Qué pueden hacer los programas

Crear un entorno alimenticio positivo

Mejorar los entornos alimenticios ayuda a los niños a desarrollar hábitos saludables que durarán toda la vida. Estos esfuerzos en los programas de la primera infancia pueden conducir a una mejor nutrición, rutinas saludables a la hora de las comidas y una mayor conciencia entre los niños sobre los alimentos nutritivos. Los programas pueden establecer políticas y prácticas para ayudar a guiar y reforzar el compromiso de crear entornos positivos a la hora de comer. Las metas, el progreso continuo y las historias de éxito deben compartirse con el personal y las familias de manera planificada.

La Autoevaluación del entorno alimentario positivo es una evaluación breve y fácil de usar de las prácticas básicas a la hora de comer para ayudar a los programas de la primera infancia a evaluar la disponibilidad de nutrición saludable y los entornos a la hora de comer. Esta herramienta se puede utilizar para discusiones del personal y planificación de políticas. También es útil para formadores o proveedores de asistencia técnica.

La guía Una vida sana: Una guía para los gerentes de salud de Head Start y las familias para crear una vida activa y sana para los niños pequeños, está diseñada para ayudar a los gerentes de salud a descubrir puntos de conversación para que otros miembros del personal y los visitadores del hogar usen con las familias cuando discutan cómo desarrollar rutinas de comidas saludables. Incluye sugerencias para construir vidas activas y saludables.

La creciente investigación muestra que los hábitos alimenticios comienzan temprano en la vida de un niño, incluso antes del nacimiento. Explore la guía Una sana alimentación: Consejos para las familias, para compartir consejos sobre alimentación saludable con las familias. Esta guía ofrece consejos fáciles para ayudar a los niños a aprender comportamientos alimenticios saludables desde la infancia para que estos comportamientos puedan convertirse en hábitos de por vida.

Usar el movimiento como herramienta de aprendizaje

Los estudios sugieren que los niños en edad preescolar con bajos niveles de juego activo sufren efectos adversos para la salud, como niveles más altos de colesterol e índices de masa corporal. Además, los niños aprenden a través del juego, lo que mejora la atención, la memoria, la autorregulación y el desempeño académico general durante la infancia.

Para combatir los comportamientos sedentarios y facilitar el desarrollo saludable del cerebro, es importante encontrar formas de incorporar el movimiento a lo largo del día. Hablemos sobre el movimiento es un recurso útil con ideas rápidas y fáciles para integrar el movimiento, la nutrición y los hábitos saludables en la vida cotidiana.

¿Por qué jugar? Estos son algunos de los beneficios, según la Academia Estadounidense de Pediatría (en inglés):

  • Apoya el desarrollo saludable del cerebro
  • Alienta a los bebés y niños pequeños a participar e interactuar con su entorno
  • Permite a los niños explorar con seguridad sus miedos y practicar los roles de los adultos
  • Ofrece una manera para que los niños construyan relaciones con sus compañeros y cuidadores

Abordar otros factores de salud

Muchos factores pueden influir en el peso y la salud general de los niños y su familia, como el sueño y el tiempo frente a la pantalla. Los programas de la primera infancia están en una posición única para ofrecer intervención y prevención para muchos comportamientos de la salud. Es importante recordar que los niños saludables están listos para aprender.

Puede encontrar normas nacionales integrales para los programas de la primera infancia (incluidos estándares para la prevención de la obesidad que abordan la nutrición, la alimentación de los bebés, la actividad física y el tiempo frente a la pantalla) en El Cuidado de nuestros niños: Normas nacionales de desempeño en salud y seguridad (en inglés).

Las familias con bajos ingresos y las que experimentan inseguridad alimentaria son especialmente vulnerables a la mala nutrición y la obesidad. Cuando las familias se enfrentan a la inseguridad alimentaria, la disponibilidad de alimentos saludables y seguros o la capacidad de obtener alimentos aceptables de manera socialmente aceptable es limitada o incierta. La inseguridad alimentaria y la obesidad pueden coexistir en el mismo individuo, familia o comunidad. Los niños son especialmente vulnerables debido a sus necesidades únicas de salud y desarrollo.

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