Salud mental

Introducción al temperamento

El temperamento es una característica importante de la salud social y emocional que describe la forma de encarar y reaccionar ante el mundo. Es nuestro propio "estilo" personal y está presente desde el nacimiento. Hay tres tipos de temperamentos, y estos suelen conocerse como relajado, lento para animarse y activo.

Los niños relajados generalmente son niños activos y felices desde el nacimiento que se ajustan fácilmente a nuevas situaciones y entornos. Los niños lentos para animarse son generalmente observadores y tranquilos y puede ser que necesiten más tiempo para adaptarse a nuevas situaciones. Los niños con temperamentos activos a menudo tienen diferentes rutinas (por ejemplo, comer, dormir) y encaran la vida con entusiasmo. Los niños pueden caer en uno de los tres tipos de temperamento y aun así mostrar un comportamiento variable dentro de las características comunes del temperamento.

Características comunes del temperamento

Hay nueve características comunes que pueden ayudar a describir el temperamento del niño y su forma de experimentar y reaccionar ante el mundo. Estos son:

  • Nivel de actividad
  • Facilidad de distracción
  • Intensidad
  • Regularidad
  • Sensibilidad
  • Accesibilidad
  • Adaptabilidad
  • Persistencia
  • Estado de ánimo

niño jugando con un xilófono

La Tabla de temperamentos explica estas características con más detalle.

Cada cuidador y cada padre también tiene su propio temperamento con sus características. La compatibilidad entre el temperamento del adulto y el del niño puede afectar la calidad de las relaciones. Esta compatibilidad suele conocerse como "encajar bien". Se encaja bien cuando las expectativas y métodos del cuidado del adulto coinciden con el estilo personal y las habilidades del niño.

Lo más beneficioso del concepto de encajar bien es que el temperamento de los adultos y el de los niños no tiene necesariamente que corresponderse. El padre o el cuidador no tiene que cambiar su forma natural de ser. Simplemente pueden modificar o ajustar sus métodos de cuidado para apoyar de manera positiva la forma natural del niño de responder al mundo. Por ejemplo, si un niño es muy activo, su cuidador puede llevar actividades adicionales en la pañalera para los tiempos de espera en las visitas al médico, en las filas del mercado, etcétera. Si el niño necesita un tiempo extra para abordar nuevas actividades, el cuidador puede quedarse cerca, dándole tiempo al niño para que se ajuste y se sienta seguro.