Identificación de los filtros a través de los cuales el personal y las familias observan a los niños

Una observación es como una fotografía: capta un momento en el tiempo. En su papel de observador, usted es como un fotógrafo, que se centra en algunas cosas e ignora otras. Al igual que un fotógrafo, usted aporta sus propias ideas, preferencias y percepciones al acto de observar.

una maestra imita la expresión de sorpresa de un niño que juega con imanesSe necesita práctica para convertirse en un buen observador. Para el personal docente y para las familias, un aspecto importante de ser un buen observador implica saber que lo que perciben y cómo interpretan sus observaciones sobre los bebés y los niños pequeños puede verse influenciado por muchas cosas. La cultura, el temperamento, la presencia de un retraso o discapacidad, las experiencias y relaciones personales, los conocimientos profesionales e incluso los valores y mensajes de la comunidad en los medios de comunicación afectan la forma en que el personal y las familias ven e interactúan con los niños.

Estos filtros a través de los cuales el personal y las familias observan e interpretan están activos aunque no siempre estén conscientes de ellos. Por ejemplo, dos adultos (p. ej., visitador del hogar-padre/madre; maestro-maestro) pueden ver que un bebé está incómodo, pero interpretan de manera diferente lo que significa esa incomodidad, y responden de manera diferente. Observar a los niños pequeños implica autoconocimiento y este autoconocimiento evoluciona con el tiempo. Por lo tanto, es importante ayudar al personal y a las familias a identificar diversas influencias y comenzar a reconocer cuándo estas influencias pueden estar interfiriendo en si pueden ver a un niño por quien es realmente. Estas son algunas ideas a considerar:

  • Cada persona proviene de una cultura, y la cultura de cada familia es única. La cultura —actitudes, creencias, expectativas sobre las personas y los sucesos— nos moldea como seres humanos y como profesionales de la primera infancia. Por ejemplo, algunas culturas consideran que es respetuoso mirar a alguien a los ojos cuando uno habla o cuando le hablan. Otras culturas consideran que es respetuoso mirar hacia abajo cuando alguien está hablando. Un visitador del hogar cuya cultura valora mirar a alguien a los ojos al hablar puede pensar que un niño o miembro de la familia cuya cultura valora mirar hacia abajo cuando alguien habla está ignorando o siendo irrespetuoso.
  • Rasgos como el temperamento (p. ej., ser cauteloso, extrovertido o sensible; necesitar que haya orden), los intereses y preferencias personales, y sentimientos (p. ej., lo que nos hace sentir emocionados, ansiosos, incómodos) también afectan la forma en que los adultos ven y se relacionan con los niños. Estos rasgos pueden ayudarlos a sentirse más cerca de niños con rasgos similares. Puede ser que presten más atención a los niños con rasgos similares y los observen con más frecuencia que a otros niños. Estos rasgos también pueden alejar a los adultos de los niños que tienen rasgos diferentes. El personal puede prestarles menos atención o interpretar sus comportamientos de manera más negativa. Por ejemplo, un maestro que tiene una alta tolerancia a las luces brillantes, al ruido ambiental y a muchas "cosas" en los estantes y paredes puede tener dificultad para entender que un bebé que llora con frecuencia puede estar sobreestimulado por esas mismas cosas.
  • El personal adquiere conocimientos profesionales y bases para comprender y responder a bebés y niños pequeños, tomando cursos, talleres, capacitándose antes y durante el servicio, recurriendo al coaching, la tutoría y la práctica diaria en aulas basadas en centros, en los hogares de cuidado infantil familiar y en las visitas al hogar. Deben sentirse seguros de aportar este conocimiento y experiencia a la observación de los niños y a la interpretación de sus acciones. Sin embargo, parte de ser un profesional de la primera infancia es mantener una mente abierta. El conocimiento profesional y la experiencia no deben ser una barrera para ver y entender realmente a un niño. Un profesional de la primera infancia sabe que siempre hay cosas que aprender acerca de cómo observar y responder a los niños.

Para apoyar al personal docente y a las familias:

  • Comparta los Principios multiculturales para los líderes de la primera infancia durante las capacitaciones anteriores y durante el servicio y las reuniones del personal. Utilice las preguntas y actividades de reflexión que acompañan a cada principio para ofrecerle al personal oportunidades para identificar y abordar sus propias creencias y prácticas culturales, así como las de los niños y las familias. Considere compartir los principios en las reuniones o capacitaciones de los padres y adaptar las preguntas y actividades de reflexión para que sean apropiadas y pertinentes para las familias.
  • Utilice recursos como la guía de capacitación de sobre la inclusión de bebés y niños pequeños con discapacidades para ayudar al personal a examinar las creencias y actitudes que pueden influir en la forma en que ven y se relacionan con los niños con discapacidades en su programa.
  • Utilice la supervisión reflexiva para continuar las conversaciones individuales con el personal sobre cómo sus creencias, preferencias y experiencia profesional influyen en la manera en que observan y ven a los bebés, los niños pequeños y las familias con las que trabajan. Proporcione orientación, según sea necesario, sobre cómo el personal puede equilibrar diferentes perspectivas, así como hablar con las familias y entre sí, para entender puntos de vista diferentes y trabajar juntos en beneficio de cada bebé y niño pequeño.