Las interacciones y el temperamento

Cuidadora con dos niños en el regazo, interactuando con ellos.

Comprender las diferencias específicas de cada niño ayuda a los adultos a forjar relaciones con bebés y niños pequeños y a interactuar de maneras que satisfagan las necesidades de cada niño. Una de las diferencias específicas mencionadas anteriormente es el temperamento: los "estilos" de comportamiento con los que nacen los niños y que describen su enfoque y su forma de reaccionar ante el mundo. (Consulte Introducción al temperamento (en inglés) en el sitio web del Centro para la consulta de salud mental en la primera infancia. Para comprender cómo el temperamento se relaciona con el desarrollo, consulte Dominios del ELOF, Enfoques de aprendizaje y Desarrollo social y emocional).

El temperamento no solo afecta la forma en que los bebés y los niños pequeños interpretan y reaccionan ante el mundo que los rodea, sino que también afecta la forma en que los adultos responden a los niños. Los adultos también tienen sus propios temperamentos únicos; la compatibilidad entre el temperamento de un niño y el de un adulto puede afectar la calidad de las interacciones. Esta compatibilidad, conocida como "bondad de ajuste", se refiere a cómo las expectativas y el estilo de interacción de un adulto coinciden con el estilo y las habilidades del niño.[4] La bondad de ajuste no requiere que los niños y los adultos tengan temperamentos que se correspondan. Sin embargo, sí requiere que los adultos ajusten sus estilos de interacción para apoyar mejor la forma natural que tiene cada niño de responder al mundo.

Este es un ejemplo de cómo funciona la bondad de ajuste en un entorno basado en el centro:

Sierra, de 28 meses, se encuentra en la puerta de su aula de Early Head Start, observando el entorno. A pesar de que asiste al centro desde hace más de un año, todavía se toma su tiempo para entrar a la habitación. Jandro, su maestro, se acerca lentamente a ella, se arrodilla a su nivel y le dice en voz baja: "Buenos días, Sierra, me alegro de verte". Sierra sonríe y mira a su papá, quien se agacha y le dice en voz baja: "Nos vemos más tarde, Sierra. ¿Papá te puede dar un abrazo especial de despedida?". Sierra asiente y se dirige a su padre. Este abre los brazos, la abraza y la levanta suavemente hasta que están cara a cara, y le da un beso en la nariz. Luego la baja y le dice adiós, mientras gira para salir y se va caminando por el pasillo. Sierra responde diciéndole adiós con la mano, hasta que lo pierde de vista.

Una vez que el padre de Sierra se ha ido, Jandro la toma de la mano y la lleva a la mesa a comer una merienda. No ha pasado mucho tiempo de que Sierra se ha acomodado, cuando Alex, de 30 meses, aparece en la puerta. Alex corre hacia Jandro, le abraza la pierna y dice con gran emoción: "¡Vimos un camión de bomberos, vimos un camión de bomberos! ¡La sirena era muy fuerte: RRRRRR!" Jandro, imitando la energía y el entusiasmo de Alex, exclama: "¡Guau, un camión de bomberos! ¡Qué emocionante!".

Estos dos niños tienen temperamentos muy diferentes, y Jandro es muy consciente de ello. Gracias a las ofertas de desarrollo profesional de su programa sobre atención receptiva, Jandro ha aprendido con el tiempo que la manera en que él responde a los diferentes temperamentos de los niños tiene un impacto considerable. Cuando él cambia su ritmo y su enfoque para que se ajuste mejor al temperamento de un niño determinado, forja una relación más sólida con ese niño y puede apoyar en mayor medida el desarrollo y el aprendizaje de este.

[4]Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU., Administración para Niños y Familias, Oficina Nacional de Head Start, Centro Nacional de Desarrollo, Enseñanza y Aprendizaje en la Primera Infancia, Introduction to Temperament (en inglés) [Introducción al temperamento] (Washington, DC, n.d.).